Mi nombre es María José y soy una apasionada del movimiento. Desde niña, siempre fui muy activa y practiqué diferentes deportes. Ya de adulta, descubrí una pasión más profunda por el movimiento a través de diversas disciplinas, y entre ellas, el barre se destacó.
Fui estudiante de barre durante 3 años, y me enamoré completamente de los efectos que esta práctica tenía no solo en mi cuerpo, sino también en mi salud mental. El barre no solo me permitió seguir ejercitándome de una manera que me apasiona, sino que también me brindó un espacio para encontrar equilibrio y bienestar.
Uno de los aspectos más valiosos del barre es el sentido de comunidad y constancia que se forma entre los participantes. Cada clase es una oportunidad para conectar con personas que comparten la misma pasión por el movimiento y el bienestar. Esta comunidad se convierte en una fuente de apoyo y motivación, creando un ambiente donde todos se sienten bienvenidos y parte de algo especial. Esta sensación de pertenencia y apoyo mutuo es una de las razones por las que el barre se ha convertido en uno de mis espacios seguros y favoritos.
Como instructora, mi meta es compartir esta misma sensación de comunidad y bienestar para así crear un espacio seguro en el que todas las personas puedan fortalecer su cuerpo y mente.